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martes, 18 de mayo de 2010

"EL COEFICIENTE FIB" (FELICIDAD INTERIOR BRUTA)

                                                                     
                                                
¿De qué sirve un alto PIB (Producto Interior Bruto) si no somos felices? Hace 35 años el rey de Bután decidió que la felicidad es más importante que la economía. Y antepuso la FIB (Felicidad Interior Bruta) al PIB. El progreso, por tanto, no debe basarse en el flujo de dinero sino en aquello que conduzca a la felicidad. Para obtener ese bienestar psicológico se formularía un “Coeficiente FIB” con indicadores como: Bienestar psicológico, salud, educación, cultura, formas de vida, uso del tiempo, vitalidad, buena administración, celos, tranquilidad, compasión, generosidad, frustración, y un largo etcétera.

En el fútbol debería formularse un “Coeficiente futbolístico” que fuera singular. ¿Cómo medir el gozo que experimentamos viendo jugar al fútbol? En términos académicos, el PIB se define como el valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos por un país. Se trata de un sistema de medición que sirve para hacer comparaciones entre países. Por tanto, el “Coeficiente FIB” tendría que contemplar las singularidades de los mismos: A los italianos les gusta el fútbol táctico y defensivo, antes no perder que ganar; a los ingleses les importa el fútbol continuo de ataque y de generosa entrega; a los alemanes el fútbol de rodillo, de esfuerzo, de conducciones intensivas hasta la puerta contraria; a los españoles les gusta el balón, meter un gol más que el contrario y la furia ya no es la única solución; a los brasileños van añadiendo fuerza a su atractivo y ganador “jogo bonito”.... Y así sucesivamente los portugueses, argentinos, chilenos, etcétera. Cada cual querrá contemplar su individualidad, su cultura específica en el juego.

¿Los aficionados del Barça han llegado a la plena felicidad con seis títulos en un año? ¿Serán felices los aficionados de los equipos que ganan un partido de vez en cuando? ¿Bajó el ratio de felicidad del Barcelona de Guardiola por haber perdido el 13 de enero de 2010 con el Sevilla, en la eliminatoria de Copa del Rey? ¿Y cuánto subió el del Sevilla? Debiéramos huir de la eterna trampa de valorar solo los resultados numéricos y olvidarnos de los objetivos cualitativos. Por eso me agradó que los directivos catalanes declarasen que “jugando así al fútbol bien se puede perder algún título de vez en cuando”. No obstante, Guardiola señaló: “Algo tenemos que haber hecho mal…”. Y recordemos que un partido es cosa de dos, tantas veces se olvida esta premisa elemental. Tan solo recordar el maravilloso partido realizado por el Barça, el 31 de marzo pasado en Londres contra el Arsenal, seguramente el mejor fútbol realizado por el equipo de Guardiola en esta época y que acabó con empate a cero en la primera parte. Casi inexplicable. En el partido de vuelta, en el Nou Camp, el Barça no estuvo excelente pero Messi marcó cuatro goles estupendos. El Arsenal se manifestó como un buen equipo, jugó el balón siempre, pero perdió ante un equipo superior. Nada que objetar, por tanto.

Es indudable que el “Coeficiente FIB” del Barcelona creció porque además se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa. Pero el FIB del Arsenal no tendría por qué disminuir si hizo lo que pudo. En esta misma jornada, el Inter de Milán puso a rebosar dicho coeficiente por cuanto jugará la semifinal contra el Barça. Ambos se consideran candidatos a ganar la Copa de Europa. Pero tendrán que competir con uno de los otros finalistas, Bayern Munich y Olympique de Lyon. Es verdad que tanto la victoria como la derrota afectan al referido coeficiente pero serán muy importantes las circunstancias del juego. En concreto, nunca se debería incorporar al cómputo de la felicidad aquellas actuaciones de los árbitros por cuanto sus decisiones suelen utilizarse como disculpas infantiles y desvirtúan la esencia del juego. Además, hay que superar la enfermedad futbolística por la cual los aficionados de un equipo son más felices por las derrotas de los contrarios que por sus propias victorias. De hecho, la misma semana que el Barcelona quedó eliminado en Copa del Rey, se enfrentó de nuevo al Sevilla y lo goleó. El mismo día, el Real Madrid perdió en Bilbao por lo que los barcelonistas fueron campeones de invierno con cinco puntos de diferencia. En una misma semana, el “Coeficiente FIB” sufrió altibajos importantes en varias aficiones actuando a su vez como vasos comunicantes.

¿De qué valores futbolísticos podrían alimentarse los “Coeficientes FIB” de los equipos? Naturalmente, no se suele ser seguidor de más de un equipo de fútbol, como mucho uno principal y otro secundario. Se suscita el caso específico de la Selección Española, ¿Cómo es posible que marque el jugador Villa para la Selección Española y los aficionados del Real Madrid o del Barcelona no se sientan felices? ¿Sería entendible que solo disfrutasen de esta acción favorable los aficionados del Valencia? Ojalá se les hiciera a los aficionados de estos grandes equipos la medición de su “Coeficiente FIB” y resultase como el que se realizó en Bután, en 2005, y concluyó que el 45% de los butaneses declaró sentirse “muy feliz”; el 52% reportó sentirse “feliz” y sólo el 3% dijo no ser feliz. Allí en Bután el fútbol ha conquistado el corazón de los más jóvenes en los últimos años.

El economista Joseph Stiglitz declaraba: “El PIB se utiliza de forma errónea, en particular cuando aparece como medida de bienestar. Por ejemplo, los atascos de tráfico pueden incrementar el PIB como resultado de un mayor consumo de gasolina, pero no contribuyen a mejorar ni la calidad de vida ni la del aire”. De la misma manera, imaginen a un equipo que gana pocos partidos pero consigue muchos puntos, consecuencia de empates sucesivos. Un fútbol de concentración defensiva en su propia área, una cerrazón que genera mal fútbol y no satisface al aficionado medio, sin duda sería complejo obtener su coeficiente de satisfacción. Porque se desenvolvería en el contrasentido de obtener puntos de manera regular pero a costa de un fútbol poco fluido y estético. ¿Ganar puntos? ¿Jugar bien? ¿Cuál sería el cómputo que equilibrase nuestro ideal “Coeficiente de Felicidad Interna Bruta”?

Deberíamos hacer abstracción y encontrar las acciones técnico-tácticas que más nos satisfagan en el fútbol: La superación, las acciones individuales, las acciones colectivas, el modo de conseguir la victoria, la actitud de ganar o de perder, las aportaciones en la mejora de la competición, etcétera. Y todo ello sin caer en la tentación histórica de pensar que solo podemos ser felices si ganamos o si humillamos al contrario por goleada. El “Coeficiente FIB” para el fútbol contemplaría más lo lírico que lo épico; más la calidad que la cantidad; más lo específico que lo genérico; más lo sentimental que lo pragmático. Sería un indicador genuino del buen fútbol, donde los resultados fueran una mera añadidura. Deberíamos comenzar a recopilar todos los términos del “Coeficiente FIB” del fútbol, aceptando la complejidad de sus indicadores y supondría, sin duda, la aceptación de nuevos cánones futbolísticos.

¿Se puede resumir el fútbol en España a un enfrentamiento Real Madrid – Barcelona? ¿El “Coeficiente FIB” solo mediría la influencia y sensaciones que generan estos dos grandes equipos? ¿Sólo los jugadores Messi y Ronaldo pueden aumentar el “Coeficiente FIB” de los aficionados? ¿No es demasiado empalagoso, demasiado limitativo, demasiado excluyente el fútbol si nos quedamos solo con lo excepcional cuando, de siempre, se consideró un deporte de masas? ¿Logrará la Selección Española de Vicente del Bosque que nos unamos todos en un “Coeficiente” que nos haga muy felices a todos los españoles?

MAROGAR